Suponga
Esto estaba en otro papel viejísimo, con un poema que apareció en un libro de esos de concursos, entre un montón de otros poemas de otra gente. Así que cabe hacerle un lugar especial acá.
Suponga
que un día va a contar
– digamos manzanas, por decir –
y descubre que ha olvidado
el número que va después del tres
y antes del cinco
Suponga
que cierra los ojos y descubre
una foto vieja y arrugada
del lado de adentro
de los párpados
Suponga
– nada más por suponer
un juego tan estéril –
que en el paso nivel
(detrás de los arbustos)
una máquina roja y amarilla
aguarda agazapada
Suponga que la puerta
no da más a la calle
– lugar tan recurrente –
y que los autos
han criado colmillos
como lobos
Suponga
que una lengua de pronto
deviene en llamarada
(y que los dientes gritan
un brillo de amenaza)
Suponga le regalan
un miedo no estrenado
un pasaje de infierno
nada más que de ida
un viento sangre y rojo
que sople desde el norte
Suponga
– nada más por suponer
tarea tan estéril –
que nada de esto pasa
que recuerda precisamente el cuatro
que los párpados se cierran como noches
que el paso nivel tiene barreras
que la puerta da a la calle como siempre
y los autos repiten su rugido gastado
que las lenguas son lenguas y son blandas
que le regalan relojes
o corbatas