El día después (15/11/2023)
Esta semana todas las discusiones políticas referirán inevitablemente a las elecciones del domingo 19, al famoso balotaje, ese sistema electoral inventado para que candidatos que de ningún modo lograrían juntar una cantidad respetable de votos, logren aparecer como muy apoyados por el electorado.
Está claro que ni Milei, ni Massa podrían juntar más votos que los que juntaron (algo menos del 25% si se consideran en relación al padrón total) si no se apelara al espanto antes que al amor, y eso es lo que les permitirá esta “segunda vuelta”, encontrar más espanto que amor.
Así, Milei y su ahora socio Mauricio Macri apuntan a juntar todos los votos que quieran expresarse contra el desastre económico actual, mientras que Massa apunta sus cañones al miedo a un candidato algo payasesco que promete arrasar con su motosierra con salarios, jubilaciones y derechos laborales.
Cada uno de los contendientes se ocupa de subrayar más los defectos ajenos que las virtudes propias, porque eso es lo más rentable cuando lo que se quiere es juntar “votos en contra”.
En el medio de todo ese bombardeo de publicidades, fake news, comentarios oficiosos, slogans y noticias, uno tiende a perder de vista qué nos espera para el día después.
A la caza del salario
Los economistas de la tele acostumbran a hacer todo demasiado complicado, pero las cosas son bastante más sencillas: las peleas históricas en la economía argentina se reducen a la que mantienen los sectores empresarios entre sí por quién se apropia de la mayor parte de la torta, y a la que mantienen los sectores empresarios contra los trabajadores, la vieja pelea entre la ganancia empresarial y los salarios.
En relación a la primer pelea mencionada, hay que decir que los sectores empresarios no quieren todos lo mismo. Fijate que unos quieren que haya dólar alto y otros no – y consecuentemente unos quieren algún tipo de cepo y otros no – por la sencilla razón de que unos venden en dólares y otros en pesos, algunos necesitan subsidios para ganar plata y otros los ven como un costo que no tienen por qué pagar, algunos viven más del Estado contratador y otros menos.
La segunda pelea no hay que explicarla demasiada porque vos la conocés. Los trabajadores ven su salario como la merecida retribución por su trabajo, los empresarios lo ven como un costo bastante molesto que hay que tratar de minimizar todo lo que sea posible
¿Qué a qué viene todo esto? A lo que se puede esperar del día después del balotaje. Porque está claro que la economía argentina pasa por problemas y los candidatos tienen algunas diferencias en de qué lado ponerse en el primer asunto y bastantes coincidencias en cómo incidir en la pelea por el salario.
Si separamos el ruido del “vote contra el otro” y miramos qué propone cada uno de los candidatos, veremos que el tema del precio del dólar – precio central en esta economía FMI-dependiente – muestra algunas divergencias. Mientras que la plataforma de La Libertad Avanza promete “liberar inmediatamente todos los cepos cambiarios” y “eliminar retenciones a las exportaciones y derechos de importación”, Sergio Massa habla de superávit comercial y para ello, de “un tipo de cambio competitivo”, o sea alto, pero no tan libre.
Aunque está por verse cuales serán las posibilidades de implementar uno u otro plan, en estas sutilezas discursivas se reflejan las diferentes formas de ubicarse en esa lucha interburguesa entre los empresarios que venden en dólares – entre los que se encuentran especialmente sojeros, petroleros, mineros, etc. – y los que dependen del mercado interno.
En el terreno de aquella segunda pelea que señalaba, entre salarios y ganancias patronales, todo apunta a que enseguida de las elecciones habrá movimientos en el dólar que impactarán en la inflación. Massa ya ha demostrado su forma de trabajar este problema, primero devalúa, lo cual impacta fuertemente en la inflación y por ende en el salario global, y después reparte una fracción del producto del robo en algunas migajas para los que están peor, bonitos y devoluciones del IVA, cosas así.
Más allá de eso, yendo más a los planes de fondo, ambos contendientes – Milei y Massa -apuntan a resolver esa pelea en el mismo sentido, bajando el salario todavía más de lo que ha bajado en la última década. Sus mecanismos para lograrlo no serán necesariamente los mismos, porque el salario global puede recortarse de varias maneras:
- Bajando directamente los sueldos reales por mecanismos inflacionarios, que en nuestra economía dependen más que nada del valor del dólar.
- Echando trabajadores para que los que quedan hagan el trabajo de ellos y de los echados por la misma plata.
- Reduciendo el salario indirecto que se obtiene por servicios subsidiados o por la educación y la salud gratuita.
Cuando Massa habla de juntar dólares para pagarle la estafa al FMI – lo cual presenta como un plan casi épico – esos dólares que se junten serán producto de una restricción al consumo, que no será seguramente una restricción al consumo de los ricos sino de los pobres. Eso se traduce directamente en baja de salarios (ya escucharemos pedidos de esfuerzo y frases épicas similares) reducción que se obtendrá seguramente por alguna mezcla de los tres mecanismos señalados.
Cuando Milei dice que va a recortar gasto público (el gasto público de la ahora llamada casta, aunque repugnante, es ínfimo en relación al total) está diciendo lo mismo, que va a dejar gente sin trabajo en el sector público y que va a recortar salarios indirectos. Su plan para liberar rápidamente el cepo muestra también que está pensando en lograr una violenta baja de los sueldos y de las jubilaciones en términos reales, o sea en poder de compra.
Los economistas de la tele no nos ayudarán a entender todo esto. Como siempre, disfrazarán todo, hablarán de los ajustes que hay que hacer en el tipo de cambio y en las tarifas, hablarán de las reformas estructurales necesarias, en cómo abrirse al mundo para vender nuestro litio, nuestra soja, nuestro petróleo, todo ello sin decir – claro – que todo eso se obtiene gracias al extractivismo más feroz que dejará desiertos, montañas arruinadas, ríos contaminados, inundaciones, sequías e incendios por doquier.
Por eso la clave para decodificar sus mensajes que pretenden confundir, es traducir todo a este concepto sencillo: la baja del salario global está en el centro de los planes de los dos candidatos.
Después, si lo lograrán y cómo, dependerá de la evolución de la lucha de los actores – especialmente los trabajadores – que es de suponer que no se dejarán esquilmar sin luchar.
Lo que se viene después del 19
Ahora viene el balotaje y cada cual hará lo que le salga. Yo, en mi caso, me inclino por no votar a ninguno de los dos porque creo que este mecanismo de segunda vuelta fue impuesto para legitimar a los candidatos, para que aparezcan respaldados por muchos votos que en realidad no son de ellos. Así que no cuenten conmigo para que después usen mi voto en mi contra.
Obviamente, no puedo menos que reconocer que muchas de las cosas de Milei asustan y mucho: su aparente desequilibrio, su motosierra que apunta contras los trabajadores, su candidata a vicepresidenta que hace apología de Videla y que casi parece su viuda. Pero por cierto, cuando uno mira que Massa también ajusta, que también festeja a Giuliani – el de la tolerancia cero en Nueva York – prometiendo represión contra los pobres en las calles, que quiere hacer un gobierno de unidad nacional con Gerardo Morales – el carcelero de Jujuy – y que aplaude tanto como Milei el genocidio que lleva adelante el Estado de Israel en Palestina, las diferencias ya parecen bastante menos.
Del mismo modo y desde el otro rincón, no puede dejarse de reconocer que es legítimo el enojo con el actual gobierno, ese enojo que invita a muchos a votarle en contra votándolo a Milei, sin considerar quizás que Milei es la continuidad del ajuste contra los trabajadores que lleva adelante hoy Sergio Massa como parte del gobierno de Alberto Fernández, sin sopesar que cuando Milei apunta con su motosierra, te está apuntando a vos, sin evaluar que ni siquiera era cierto que estaba contra la casta, ya que ahora lo lleva pegado a Macri y a sus amigotes.
Hagas lo que hagas, votar a uno de ellos para que no gane el otro o no votar a ninguno para no fortalecerlos, es necesario que pienses en ese día después, que pienses en que los trabajadores y los sectores populares deberemos organizarnos, que tendremos que prepararnos para enfrentar codo a codo el ajuste que – con el aval de los votos conseguidos – intentarán aplicar unos y otros.
Dejemos de hablar de ajuste como mala palabra. De hecho, en algunas circunstancias, puede significar futuro y progreso. Un ejemplo sencillo: si choco la motocicleta con la que trabajo, voy a tener un gasto importante para arreglarla. Si decido hacerlo, no voy a poder ir al cine, a comer afuera o hacer una fiesta en casa por un par de meses, pero tendré la herramienta para seguir trabajando y progresar. En cambio, si no ajusto mis gastos y no puedo repararla, podré seguir viviendo un par de meses como si no hubiera pasado nada, pero mi futuro será negro. Argentina es un desastre. No invertimos en nuevas producciones, la inflación distorsiona precios y nos hace ineficientes y no mantenemos la infraestructura. Seguiremos en la decadencia sin reaccionar?