La canción más linda del mundo

No sé si lo que voy a contar es verdad y tampoco es que importe demasiado.  No son verdad casi nunca los recuerdos que aparecen como sueños, mucho menos son verdad los sueños que parecen recuerdos, pero de historias así, incluso de historias que de ningún modo sucedieron, está hecha la vida.

Esto fue hace mucho tiempo, éramos muy pequeños y apareció el circo.

Ya se sabe que esas cosas son todo un acontecimiento, el ruido de los camiones llegando con sus arrastres de fierros crujientes, el ronroneo de las camionetas retrocediendo y avanzando y el momento en que levantan la carpa en el que todos se gritan y se dan órdenes que casi siempre se contradicen aunque eso no parece ser definitorio de nada, porque la carpa se levanta como se debe haber levantado ya antes tantas veces en tantos lugares.

Nosotros andábamos por ahí aunque no todo el tiempo porque no nos dejaban, seguramente no nos dejaban, tratando de ver a los animales de cerca o de espiar para reconocer después quién haría de payaso y quién se subiría a las peligrosas alturas que ya todos sospechan de los circos aún antes de entrar a la función. 

No es que nos gustaran los circos, me parece que no nos gustaba para nada que fueran tan previsibles, pero nos atraía ese clima de misterio, de gente rara trabajando de cosas diferentes a lo que eran en realidad, disfrazada, mimetizada detrás de gestos exagerados y caras pintadas.  Detrás de uno que ahora maniobraba una camioneta para acomodar una jaula o una casa rodante, detrás de aquel que hacía fuerza con una cuerda para levantar la carpa, podían estar el señor del tambor o el que grita bienvenidos al circoooo así con muchas o, o el valiente domador que se enfrenta con la fiera para que el querido público se muerda las uñas.

No sé cómo pasó, ni siquiera sé si realmente pasó o si fue una mentira que alguien nos contó o que inventamos, pero nosotros nos entusiasmamos más que con nada con el payaso cantor que tenía una novia y que cantaban juntos, pero ya te cuento, aguantá que ya te cuento.

Ahora que lo pienso, a lo mejor sí lo vimos ese día en que llegaron: estaba sentado como limpiándose con una mano las uñas de la otra, atendiendo exageradamente al trabajo de rasquetear debajo del dedo índice aunque el dedo quedaba tanto tiempo arqueado sometido al rasqueteo que más bien parecía estar pensando en otra cosa, abstraído en otra cosa. A su novia no la vimos seguro, pero creo que después nos enteramos de su existencia porque el número se anunciaba así, el payaso cantor canta con su novia, y estaban sus fotos en la folletería del circo. 

Tuvimos que insistir para que nos llevaran y entonces insistimos y lo logramos.  El circo no nos gustaba, estoy casi seguro que no nos gustaba, mucho menos eso de los leones.  Aunque ya sabíamos bien que los leones eran tan buenos que no había ningún peligro, que todo era una pantomima, nos daba un poco de escalofríos la fuerza de esos músculos traseros que se zarandeaban al ritmo de ese andar que siempre parecía preceder al salto, el brillo de esos dientes gigantescos en esa boca gigantesca en esa cabeza gigantesca.

El payaso cantor sí que nos gustó.  El número daba risa porque al principio jugaban a que no sabían cantar nada, desafinaban mucho y se golpeaban y rodaban por el piso como saben hacer los payasos y después cantaban canciones con rimas que hacían suponer un chiste subido de tono, pero al vuelo cambiaban el final por otra rima.  A nosotros todo eso nos daba risa pero esa risa era como una trampa en la que te hacían caer, porque el numerito terminaba muy triste.  Él se ponía muy serio al punto que te olvidabas que era un payaso, y anunciaba que iban a hacer la canción más linda del mundo que había escrito su novia a la que señalaba con un gesto ampuloso de amor y admiración y entonces él empezaba una base con la guitarra y ella con un peine con un celofán arrancaba una melodía muy bonita hasta que empezaba a desafinar brutalmente y él se ponía incómodo y ella intentaba acertar a la nota pero no le salía y entonces se ponía a llorar y él en vez de seguir el manual del buen payaso y sacarla del escenario a patadas en el culo, la tomaba suavemente del hombro y se retiraba lentamente llevando una mano aferrada al mástil de su guitarra y la otro sobre el hombro de su novia llorosa.    Una escena muy triste.

El público aplaudió mucho, porque ese es el modo de romper la tensión de la tristeza, de volver al mundo real, de acabar con la incomodidad de la lágrima, de modo que es casi seguro que el público aplaudió mucho y largamente, mientras nosotros empezábamos a discutir si eso había sido parte del número o si de verdad la novia se puso tan mal porque la canción que había escrito no le salía, encima la canción que él creía la más linda del mundo.

Los más grandes nos decían que no, aseguraban poniéndose duritos para parecer más altos que eso estaba todo en el guion, que seguro que ni novios eran.   Creo que hasta eso se dijo, creo que hubo hasta quien llegó a decir eso, que no eran novios tampoco, pero la mayoría se negó a creer semejante bajeza, así que el tema se dio por terminado.

El otro tema de debate era si la canción apuntaba o no a ser la más linda del mundo antes de desbarrancarse en un montón de sonidos sin sentido.  Me parece que a mí me había parecido bonita, pero no se sí tanto como la más linda de todo el mundo, eso lo debía pensar él porque era el novio, pensaba yo, que lo mismo decía que la canción era linda pero no tanto.

No pudimos ir de nuevo al circo, no logramos que nos llevaran, pero nos enteramos por otros conocidos que lo del payaso cantor y su novia terminaba siempre más o menos igual, lo que parecía darles la razón a los más grandes aunque tampoco tanto, porque pudiera ser que ella lo intentara y que el dueño del circo no tuviera con qué reemplazar ese número, ni otra chica que supiera terminar la canción con el peine y el celofán.

No sé cuándo fue que los seguimos, si lo planeamos o si fue de casualidad que ellos salían caminando una mañana  que nosotros andábamos por ahí, la cosa fue que los seguimos y ellos caminaban charlando y se fueron a sentar al lado del río y charlaban y nosotros escuchamos algo sobre un tal Carlos que no terminaba nunca vaya a saber qué cosa y después él le pasó el brazo sobre los hombros y le dijo vos no te tenés que preocupar, vos vas a morirte diez minutos antes que yo y ella, que sonreía, le decía ah sí? ¿y cómo sabés?, y él porque te voy a matar y después me voy a suicidar, pero cuanto tengamos más de ochenta años.

Ella se reía y lo empezó a besar y le dijo bueno, hacé como quieras, y él al revés es imposible, si me suicido primero después no te puedo matar y a ella eso le dio más risa y a mí me hizo pensar dos cosas al mismo tiempo, en el que había dicho que no eran novios de en serio que ahora iba a quedar como un tonto y en por qué no hacían ese número en el circo en vez del de la canción fallida, en que les salía mejor cuando hacían de ellos mismos.

Después de eso creo que hablaron de que sería bueno venir a cantar ahí al lado del río mientras se empezaban a levantar, así que nosotros tuvimos que dejar cuidadosamente nuestros puestos de observación y nunca supimos si quedaron en algo, así que fue seguramente ese comentario el que me impulsó a inventar la fábula que todavía ahora muchos repiten en el barrio porque ya se sabe cómo es el rumor, cómo es que viaja de boca en boca y se multiplica, así que es casi indudable que ellos estuvieron en el río y que seguro deben haber llevado la guitarra y el peine con el celofán, eso es fácil de creer, unos mates o unas cervezas y la charla entre los compañeros del circo y en un momento ellos se ponen serios y él anuncia que su novia va a interpretar la canción más linda del mundo y entonces todos se ríen porque ya se sabe, pero ella ahora la hace hasta el final, sin equivocarse ni en una nota mientras lo mira a los ojos a él que rasguea la guitarra y que tampoco le saca los ojos de encima.

Muchos dirán después que la escucharon y hasta habrá quien diga que anda por ahí un casete en el que la canción quedó registrada, pero vaya a saber, casi siempre esas cosas son mentira.

Dibujo de tapa: Moira Di Crosta

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2 Respuestas

  1. Adrian dice:

    Estupenda pieza literaria

  2. daniel dice:

    ésto no es tuyo, éstas fantasías , esos sentimientos, esa nostalgia se contrapone contra tu espíritu racional de cejas fruncidas o ceño fruncido…..me atrapó ésta pieza literaria como la llama Adrián desde el comienzo al fin

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