La Grieta descafeinada (12/09/2020)

Después de las concesiones a la huelga armada de la policía había que cambiar la agenda, cacarear en otro lado, hacer un poco de fuegos de artificio para distraer la atención.

Es obvio que en la situación económica agravada por la pandemia y con los sueldos y las jubilaciones perdiendo día a día contra la inflación, el aumento obtenido por la policía iba inevitablemente a actualizar otras pretensiones salariales. 

Los trabajadores bonaerenses de la salud ya hicieron saber que “sería muy injusto que el Gobierno otorgara un aumento solo al personal de seguridad sin considerar al personal de salud”, mientras que la Unión Docentes Argentinos explicó que “los salarios docentes de todo el país se encuentran por debajo de la línea de pobreza, hoy de 44.521 pesos, y en muchos casos más cercanos a la línea de indigencia, de 18.322 pesos”.

Otros sindicatos solidarios con el oficialismo han optado por mantener la boca cerrada, pero el antecedente del logro de los muchachos de la gorra resonará seguramente en los próximos meses en la cabeza de los trabajadores.  Los sueldos obtenidos – casi cincuenta mil pesos en mano de inicial – suenan a número importante en una sociedad que vive en gran parte del IFE de diez mil y de jubilaciones que no llegan a los veinte mil pesos.

El impacto de la concesión otorgada – después de agitar todos los fantasmas del golpismo – tenía que ser disimulado, había que encontrar la fórmula y fue la danza de los millones – que igual que el tango de la metáfora de Larreta necesita de dos para bailarse – la música que encontró Alberto Fernández para tapar a quienes pretendan hablar del salario.

Fuegos de artificio

Las tapas de los diarios que fijan la agenda dan cuenta del inicial éxito de esta maniobra de distracción. 

Estos tres últimos días el título principal de Clarín se ocupó de esa cuestión: sin muchas variaciones escribió el jueves le sacan plata a la ciudad para pagar el aumento a la bonaerense, el viernes Larreta va a la corte y un encomillado “la decisión es inconstitucional y arbitraria” y hoy, Larreta busca frenar la quita con un amparo antes de ir a la Corte.

La Nación siguió un camino similar titulando consecutivamente “Fernández le quita fondos a la capital para apaciguar a la policía bonaerense”, “Larreta enfrenta al gobierno y va a la corte Suprema para resistir el recorte de fondos” y “Kicilof criticó a Larreta y sigue la tensión por el recorte de fondos”.  Recién hoy aparece una nota de tercer orden en tapa que alude al aumento: “los policías conformes con el aumento salarial”

Página 12, en tanto, eligió el jueves un “la democracia es el único camino” que evidentemente diluía la concesión otorgada, pasó ayer a ocuparse en tapa del tema del desprocesamiento de ex ministros de Macri, para llegar hoy al mismo punto que los otros diarios, poniendo una foto de Larreta y de Wado de Pedro enfrentados, con el título “una pelea de fondos”.

Con pocas excepciones entre las que se cuenta un breve recuadr en rojo del diario Crónica que señala “sustanciales mejoras para la bonaerense”, la agenda marcada por las tapas de los diarios que da el tono al debate político de primera plana a gran parte del periodismo, fue tomada por la discusión de los fondos, por este movimiento contable propuesto por Alberto Fernández, que tiene algunos otros objetivos que no conviene menospreciar.

Por un lado, fortalece la visión neoliberal que campea en el discurso de sus defensores, pero que permea constantemente el relato oficialista que se reivindica crítico de esa corriente ideológica.  Entonces, como si la contabilidad pública fuera lo mismo que la contabilidad de un kiosco, para subir un gasto hay que bajar otro (Fernández – sin lugar a dudas – podrá ser felicitado por Milei después de haber tomado esta previsión de sacarle a Larreta para darle a Kiciloff, para pagar los aumentos a la policía).

Por otro lado, los actores principales del juego han cambiado.  Y con ellos, el estilo que busca dársele a la pelea.

Bipartidismo – the next generation

La situación económica no promete tiempos de tranquilidad.  La desocupación se ha incrementado y con ella los bolsones de pobreza y de marginalidad, los salarios han caído en forma vertical y grandes sectores de la llamada clase media han visto desaparecer sus fuentes de ingresos y con ellas, sus pretensiones aspiracioncitas y sus sueños de futuro.

Es en ese marco, que el intento de construir un bipartidismo estable que mantenga a raya el enojo de los electorados dentro de los límites de las instituciones de la democracia burguesa – o sea te voto y después te aguanto cuatro años – se encuentra complejizado porque los dos grandes “partidos” que funcionan de hecho como grandes frentes electorales bastante difusos, no tienen direcciones claras. De un lado, Alberto Fernández que vive con la sombra de Cristina Kirchner que le prestó su importante base electoral y del otro el llamado sector “duro” de Macri y Bullrich que convive a duras penas con Larreta y con Vidal, que muestran un estilo más dialoguista en su relación con el oficialismo.

Esta discusión alrededor de un punto de la coparticipación que recibe actualmente la Ciudad Autónoma de Buenos Aires ha subido al centro del ring a Horacio Rodríguez Larreta, lo ha puesto en el centro del escenario, le ha dado la oportunidad de erigirse en el enemigo íntimo del presidente Alberto Fernández.  Pero eso sí, con su propio estilo que pretende la construcción de un bipartidismo diferente, menos ríspido, que no ponga en riesgo constantemente el funcionamiento de las instituciones que mantienen el orden del capitalismo en Argentina.

Por eso, ante el recorte de fondos apareció insistiendo antes que nada en que es un dialoguista, mostrando un enojo calculado y contenido ante esta “decisión improvisada” y diciendo que va a ir a la Corte a reclamar que no le saquen la plata.  Nada de banderazos o de manifestaciones, nada de arengas, nada de palabras altisonantes, nada de hacer olas que puedan alborotar todavía más el avispero.

Detrás de estas cuestiones que parecen de estilo, se esconde el intento de armar una grieta descafeinada que no ponga nerviosos a todos a cada rato, un clima de debate político que no desborde crispación, una democracia más “aburrida”, para decirlo con la frase que acuñaran con su simpatía habitual Morales Sola y Luis Brandoni, en un intento de contraponer aburrida a épica.

Habrá que ver si esa grieta descafeinada logra sobrevivir a la prueba de la historia, si resulta posible mantenerla en pie en un país que promete nuevas convulsiones, nuevos reclamos y nuevas luchas que lo conmoverán a cada rato, forzando a todos a subir el tono, a perder la compostura y a gritar un poco más fuerte para no quedarse afuera del juego.

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1 Respuesta

  1. Totally agree with your arguments, well said.

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