Permitido girar a la derecha (29/10/2020)

Las palabras de la carta de Cristina no tardaron de convertirse en hechos.

Tantos debates, tantos periodistas convertidos en exégetas de qué fue lo que quiso decir, que si lo apoyaba a Alberto o no, que si era su títere, que si se hacía cargo o no del gobierno del Frente de Todos, que quiénes eran los funcionarios que no funcionaban.  Tantas preguntas para disimular el elefante escondido entre tantos elefantes, el problema de los problemas, lo que la ex presidenta llamó economía bimonetaria o – dicho de otro modo – el problema del precio del dólar que es el que define como se reparten los porotos entre los distintos sectores empresarios campestres y citadinos, el dólar que es el que define el precio de los alimentos y de lo que se importa o sea, que es el que define el precio de la canasta familiar lo que es decir el valor del salario, ese problema, dice Cristina,  “es de imposible solución sin un acuerdo que abarque al conjunto de los sectores políticos, económicos, mediáticos y sociales de la República Argentina.”

La frase estaba ahí clara y transparente, una autorización a Alberto Fernández, un guiño que le daba luz verde para terminar de una vez por todas con los zigzagueos que hoy te hablan de expropiar Vicentín y mañana te bajan las retenciones y que después vienen con lo del impuesto a los ricos y ahí nomás te salen con los chanchos chinos y después le sueltan las riendas a Grabois para que juegue en el bosque, y después ya no.

Los acuerdos ahora propiciados por Cristina Fernández serían – obviamente – con ese grupo político que han dado en llamar “la derecha”,  aunque no está claro quienes caerían por fuera de ese encasillamiento. Mucho menos claro después de Guernica.

Hacer buena letra

Es evidente que un acuerdo político con esos señores, mayoritariamente identificados con Juntos por el Cambio y con los que desde los diarios vociferan que no hay un plan y que nos quieren llevar a ser Venezuela, tenía que apuntar derecho a esta Guernica arrasada y, suplementariamente a que Luis y sus hermanos le ganen a Dolores como prenda de buena voluntad para la negociación propuesta.

Después de esto, claro, el plan será sentarse con tenedor y cuchillo para solucionar el problema “más grave que tiene nuestro país” o sea el reparto del ingreso, cuanto para las ganancias de los sojeros, cuanto para las ganancias de los sectores industriales, cuanto para la deuda y así.

Guernica entonces, puede verse como el acto preparatorio de estas intenciones de acuerdo que habrá que ver si prosperan, pero que por lo menos ya fueron puestas en la hoja de ruta.

Las excusas para los 4.000 policías contra los pobres ocupantes de los ranchos, para la política de tierra arrasada que incluyó incendios y topadoras, serán muchas y ya pueden leerse por ahí unas cuantas.  Es escandaloso como el canal C5N, emisora oficial del gobierno, se ha convertido en la propaladora de las excusas de los progres Kiciloff y Fernández y cómo el diario Página 12 intentó presentar todo el tiempo el hecho como una noticia de segundo orden.

“Hicimos todos los esfuerzos posibles y la verdad es que no entendemos por qué se negaron a las alternativas. Finalmente se produjo la orden de la justicia”, dijo Teresa García, la ministra de Gobierno de Axel Kicillof.  La excusa de la justicia fue muy repetida, a pesar de que está claro que cuando no quieren acatarla no lo hacen.  Se podrían haber usado apelaciones, per saltums, excusas formales como las del covid, la imposibilidad de desafectar tantas tropas de la seguridad o cuestiones de presupuesto o apelar a los riesgos al haber tantos niños en las tomas.  Se podría haber enfrentado también la decisión de la justicia con un criterio político. 

Para colmo ni siquiera parece ser cierto que las familias se negaron a las alternativas.  Si le creemos al CELS  las negociaciones estaban bien encaminadas.  En una carta al Juez escribían: “al finalizar la jornada del 27 de octubre, y el día de ayer, 28 de octubre de 2020, las partes se encontraban realizando distintos ajustes sensibles a las propuestas de salida pacífica acordada….()……En ese contexto, el dispositivo interministerial informó que el Sr. Agente Fiscal consideró que los plazos estaban agotados y por lo tanto no había ninguna contemplación para que el acuerdo se pusiera en práctica. Esto, sin tener en consideración que uno de los acuerdos verbales alcanzados consistía en la posibilidad de que el Barrio Unión pudiera organizar la salida del predio esta misma tarde. Ello luego de que la asamblea de familias votó a favor de la propuesta del Estado. Cuestión que también sucedió en el día de hoy, 28 de octubre, en el barrio La Lucha, de acuerdo a la información provista por organizaciones sociales.”

Pero no. No se podía esperar ninguna solución que no dejara clara la voluntad del gobierno de mostrar su vehemencia para ser custodios de la sagrada propiedad privada.  Ya Cecilia Todesca, una de las espadas del Presidente, lo había afirmado sin dejar ningún lugar a dudas: “por supuesto que hay que respetar la propiedad privada”, y si bien es cierto que esta defensa de la sagrada propiedad es una marca de fábrica del kirchnerismo – Cristina Fernández se jactaba que en su gobierno los empresarios la “juntaron con pala” – siempre su imaginario se nutrió de aquella expectativa del sueño del capitalismo que incluye.

Ahora, Guernica y la mano dura hacían falta para que quedara clara, para que quedara anotada la decisión del gobierno de hacer buena letra con los Mario Negri, con los Morales Solá, con los Pichetto, con los potenciales invitados a la mesa de la negociación.

Imágenes de Palestina

“Por suerte no quemaron mi casilla y llegué a sacar toda la comida que tenía adentro”, le dice Claudia Martínez, una mujer de Guernica que tomó un terreno el 20 de julio pasado junto a su hijo de 11 años, al diario La Nación.  Ella gestionaba un comedor comunitario en el lugar y dice que está esperando a ver qué pasa, que cuando se calme vuelve a entrar.

El gobierno ha intentado pintar un panorama de bandas de delincuentes y de punteros que se aprovechaban de la situación, poniendo eso en el centro de la escena.  El ministro de Desarrollo de la Comunidad de la provincia de Buenos Aires, Andrés Larroque, llevó este intento hasta la exageración y habló de “un esquema delictivo, con bandas pesadas que se presumía podían estar con armas de fuego”.

Las imágenes mostraron otra cosa, mostraron enjambres de policías parecidos a robocop atacando a pobres, humaredas, bicicletas desparramadas,  esqueletos de ranchos por los que pasó el fuego y adentro restos de pavas y de frazadas y de camas, excavadoras amarillas amontonando restos de chapas, gente triste, fotos que recuerdan a las bulldozer del ejército israelí contra los palestinos, fotos que muestran la miseria de los que defienden el mundo del capital.

El último cálculo oficial – que ya es viejo – dice que en la Argentina faltan tres millones y medio de viviendas, pero las fuentes privadas llevan el número hasta cuatro millones. O sea que hay unos doce millones de argentinos con problemas de techo, un tercio de la población total.

¿Era necesario vaciar rápidamente estos terrenos sin uso para transformar en hechos el permiso de Cristina?

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