Un cuentito ridiculito

Pelo marrón en la pancita crinch crinch los dedos.  Está contento el osito gruñón pero quién sabe, porque grrr, claro, puede querer decir tantas cosas pero bueno, digamos que está contento el osito crinch crinch los dedos en la panza, mientras Kiki parece enojado y ya esta vez, la verdad podría estar enojado y listo pero quién sabe, porque Kiki caminando de un lado para el otro manito en el mentón puede querer decir demasiadas cosas aunque parezca enojado, aunque esta vez parezca enojado, si señor.

   – Ya estaba por llegar…. – dice Kiki pero para nada porque el osito crinch crinch y gruñido pero nunca habla, nunca dice por qué deja caer el puente y Kiki otra vez mojado y enojado, nadando entre las piedritas de vuelta a su orilla a andar de un lado para otro, manito en el mentón.

   – Si sostuvieras fuerte el puente hasta que yo pase….- empezó a decir pero que desilusión de Kiki, ahora si, ahora todo todo desilusionado, sin lugar a dudas.

      El arroyo es agua que corre, nada más, pero está ahí y listo, entonces el puente para llegar al lado del osito que se rasca la panza pero cada vez plum! el osito que suelta la cuerda mientras gruñe y Kiki al agua, a nadar de vuelta medio arroyo un poco más molesto que mojado.

   – Qué juego más estúpido – dice Kiki al osito gruñidor del otro lado, pero nueva estupidez y más grande todavía esperar una respuesta, ya se sabe.  Y otra vez a cruzar.

      Tiembla un poco Kiki cuando cruza porque el osito va a soltar la cuerda -quién lo duda- y hasta se tira al agua antes de que se tire el puente, porque ya se sabe que es mejor tirarse que caerse.

      Chapuzón: plaf.  Si yo tuviera el puente, piensa Kiki mientras cruza medio arroyo hasta su orilla, pero no le parece que el juego le durara tanto aunque quién sabe, él rascándose la panza y gruñéndole al osito, vaya idea de Kiki que se le desinfla antes de la orilla y mano en el mentón y de nuevo de un lado para el otro.

      Y otra vez y otra, hasta que al final me canso.

   – Es una tontería.  Nunca antes creé un personaje tan inútil.  

   – Quién habló – pregunta Kiki sorprendido, manito en el mentón.

   – Nunca inventé un personaje tan inútil.  Si te caés en el medio del arroyo es lo mismo nadar a la otra orilla que volver a la tuya.  Nunca más te voy a poner en ningún cuento.

      Kiki claro sorprendido.  El osito nunca nunca habla, y el escritor está afuera de la historia y ahí tendría que quedarse.

   – Nunca tuve un personaje tan estúpido.  ¿Por qué no hacés lo que te digo?

      Kiki mira el piso un poco avergonzado y piensa piensa porque no es cuestión de contestarme cualquier cosa a mi que soy el escritor.  El osito hace un poco más de ruido porque estiró de nuevo el puente y no le gusta para nada la demora.

   – Harías bien en no ponerme nunca en otro cuento.  Tus historias son bien tontas.  Y aparte cualquiera se da cuenta.

   –  ¿Muy tontas?  Vos sos el gran tonto de la historia, y nunca te voy a poner más en ningún cuento! – digo yo que ya estoy algo molesto con este personaje que ni siquiera sabe cruzar el arroyito que le puse en la historia, y se cree con derecho a andarme criticando.

   – Ponés un osito que se rasca la panza y no habla, que me suelta el puente cada vez que quiero cruzar el arroyito.  Una metáfora muy tonta y aparte cualquiera se da cuenta.

   – Claro!!!!  A lo mejor el personajito quería ser el príncipe y tener el castillo y la princesa, o ser un detective inteligente.  Ja! y ni siquiera te das cuenta de que la mitad del arroyito es igual a la mitad del arroyito.

   – Grrr – gruñe el osito que ufa, quiere que Kiki cruce el puente y chapuzón.

   – Mirá.  Yo hice todo los esfuerzos pero la historia es bastante idiota.  Y ahora me pedís que nade y cruce el arroyo hasta el osito, pero la verdad cualquiera se da cuenta.

   – Bicho idiota!!! – digo yo que estoy enojadísimo – te hago una historia para vos y la arruinás, cualquiera se da cuenta…. me querés decir de qué cualquiera se da cuenta?

   – De que eso es justamente lo que quiere el oso – me dice Kiki, brazos en jarra, mirada desafiante.

      Y me cierra el cuento de un portazo.

También puede gustarle...

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *