Una historia de amores chinos
La señora china era lo más importante de la amistad de los tres amigos que nunca tuvieron un desacuerdo para concertar las noches de visita en las que iba cada quien.
Miguel Espinaco – Cosas para leer
Cuentos, poesías, escritos breves y demases
La señora china era lo más importante de la amistad de los tres amigos que nunca tuvieron un desacuerdo para concertar las noches de visita en las que iba cada quien.
La verdad es que cada vez más me cuesta pensarla tirada en la calle, desarticulada como una muñeca sobre el blanco y el gris de la senda peatonal o respirando el último aire en la soledad de la terapia intensiva, abandonada y sola.
A lo mejor la historia no empezó hasta ese momento en que terminó. A lo mejor fue ahí, en su desenlace, en ese exiguo momento de confusión y de balazos, cuando tuvo sentido preguntarse los por qué y los cómo.
Quien se haya detenido con el suficiente tiempo y la necesaria paciencia a mirar y mirar un triángulo, ya habrá descubierto esa inevitable tendencia a mudar de forma, a cambiar lenta pero rigurosamente la tensión de los ángulos y por ende la dimensión de los lados opuestos.
Hay un choque de espadas bien arriba, allí a donde llegan los gigantescos saltos de las gigantes montas de los dos enamorados. Uno de gigantes para contarles a los mas chiquitos.
Algunas poesías escritas en Uruguay, en Aguas Dulces, en lo de Cacho Cola. Un año que llovió mucho
Ahora hay que limpiar el comedor que realmente parece un desván, cualquier cosa menos un comedor que uno espera que sea un lugar amplio como el que teníamos en casa cuando vivía el viejo.
El de pulover rojo respira el encierro que ahora se traduce en una puntada en las costillas, en residuos de dolor que le caminan por el vientre mientras gira para seguir de frente, ahora que el otro se mueve tan rápido y que golpea de nuevo desde arriba.
Antes le habría parecido una tontería como las que le reprochaba siempre a Mara, que se emocionaba hasta las lágrimas con los teleteatros de la tarde y vivía soñando que pasaban ángeles cada vez que todos se quedaban callados.
Esteban y Esteban. Un viejo cuento que cuenta dos historias o a lo mejor la misma, unidas nada más que por un grito.