Uno de Gigantes

Hay un choque de espadas bien arriba, allí a donde llegan los gigantescos saltos de las gigantes montas de los dos enamorados. Uno de gigantes para contarles a los mas chiquitos.

Esos departamentos de ahora

Ahora hay que limpiar el comedor que realmente parece un desván, cualquier cosa menos un comedor que uno espera que sea un lugar amplio como el que teníamos en casa cuando vivía el viejo.

Mímica

El de pulover rojo respira el encierro que ahora se traduce en una puntada en las costillas, en residuos de dolor que le caminan por el vientre mientras gira para seguir de frente, ahora que el otro se mueve tan rápido y que golpea de nuevo desde arriba.

Un cuentito ridiculito

Entonces el puente para llegar al lado del osito que se rasca la panza pero cada vez plum! el osito que suelta la cuerda mientras gruñe y Kiki al agua, a nadar de vuelta medio arroyo un poco más molesto que mojado.

Esa canción tan vieja

Antes le habría parecido una tontería como las que le reprochaba siempre a Mara, que se emocionaba hasta las lágrimas con los teleteatros de la tarde y vivía soñando que pasaban ángeles cada vez que todos se quedaban callados.

Los gritos

Esteban y Esteban. Un viejo cuento que cuenta dos historias o a lo mejor la misma, unidas nada más que por un grito.

Un vaga noción

¿Quién podía entender siquiera el principio del Principio Heyter? ¿Quién podía imaginarse el desarrollo helicoidal de las ondas temporales? Y ni que hablar, claro, del abismo del espacio tridimensional, frase que para colmo no dejaba de sonar algo impresionante.

La ciudad sitiada

Los días recurrentes, repetidos, muriendo cada uno cuestaabajo en la montaña siempre inmóvil, quieta como ellos que esperan como estatuas en sus máquinas de muerte.

Nada más que un ejemplo

Juanjuana servirá como ejemplo solamente si lo dejamos completamente de lado, si logramos que se corra tan al costado de la historia, pero tan al costado, que no le haga acordar a nadie. Probemos.